Para una limpieza profiláctica, los dientes se limpian con un cepillo profiláctico eléctrico y una pasta de dientes especial. En niños mayores se puede utilizar un raspador ultrasónico para eliminar los cálculos. A veces se utilizan instrumentos manuales para llegar a lugares de difícil acceso. Después de la limpieza también se puede realizar un tratamiento con flúor para fortalecer el esmalte de los dientes del niño. Después del tratamiento con flúor, se pide a los niños que no coman ni beban durante al menos treinta minutos. Aunque las superficies de masticación pueden sentirse pegajosas, es importante no quitar el fluoruro con cepillo porque cuanto más tiempo permanezca en los dientes, más eficaz será para fortalecerlos.

Llevar a su hijo a limpiezas dentales al menos dos veces al año es una excelente medida preventiva. El dentista podrá detectar signos tempranos de problemas que podrían derivar en tratamientos más graves y costosos en el futuro.